jueves, 5 de septiembre de 2013

Esa estrella era mi lujo

Siempre creí que la ausencia era donde había que hacer nido si atravesábamos un duelo amoroso y no es así.
Si por algún motivo, fortuito o no, tuvieramos que cruzarnos con quien fue nuestro objeto de deseo, nos daríamos cuenta inmediatamente de por qué  abandonamos una historia de amor.
Lo que uno construye cuando el otro no está, es siempre superlativo.
Si sale con alguien, ese alguien será mucho mejor que nosotros, más bello, más inteligente, más generoso, más simpático, más, más, más...
Si nosotros estamos con alguien, nunca será tan, tan, tan....
Sin embargo, pasado un tiempo, donde se alojó el silencio y nos estremeció la pena, cuando retomamos alguna conversación con nuestro ex, todo se esclarece.
Absolutamente todo.
Lo que nos hacía sentir miserables sigue ahí porque es lo que nos dedicaba el otro...!!!!
El desdén, la falta de respeto, la indelicadeza, la desconfianza, la mezquindad... Todo.
También está lo demás, claro. 
Pero se presenta como algo así:
-Cruzate este arrollito lleno de pirañas, que enfrente hay un tesoro.
Y la verdad, quién quiere llegar al otro lado lastimado, herido, desmembrado y sangrante?
Déjenme pobre.
Es de eso de lo que se trata este hoy.
De advertir que el primer paso es el silencio y el segundo es sostener la decisión que hemos tomado.
Porque el amor es otra cosa. El amor nos completa, nos hace crecer y sobre todo: NOS HACE FELICES.
Cualquier otra cosa que suceda, revisen...
Porque la vida es una y no vamos a andar desperdiciándola con cualquiera.
Nos vemos.

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