lunes, 5 de mayo de 2014

Pensados en el otro

Cómo me verá? Por qué me dice hermosa? Y ahora?
Cómo me visto? Cómo me desvisto???
Me estremecen esos pensamientos.
El encuentro con un varón está repleto de símbolos, gestos y cuestiones de índole semióticas y semánticas.
Porque la mirada del otro se trata de nosotros...!
Todo lo que se pone en juego asusta.
Estoy gorda? Le disgustarán mis cicatrices? Menos mal que el cabello y mi piel son suaves, sino...
Al principio las relaciones amorosas nos impulsan y no nos importa nada.
Nos desvanecemos, nos fundimos, y nos dedicamos exclusivamente a complacer al objeto de nuestro deseo.
La pasión es un motor irrefrenable.
Y en el medio de esa marea, con los contornos esfumados, estamos completamente indefensos y doblegados por la maravilla que nos provoca el otro.
Sumisos, vamos de aquí para allá, fugados de la realidad, contando el paso de los segundos.
Porque cuando alguien nos importa, el tiempo se cuenta en la mínima fracción que conocemos y aprendemos cuan largos pueden ser los minutos.
Soñamos sin parar. nos preñamos de planes mientras trazamos pulcramente nuestra alegría a besos, sonrisas, caricias y algo más... como el sexo, ponele.
La vida es una. Y aunque el miedo está por ahí, en alguno de nuestros pliegues, no nos paraliza ni nos retrasa.
Piadosamente se escabulle para que el amor haga sus travesuras y luego nosotros le soltemos la mano para despedirlo sin pena.
Enamorarse es una insolencia exquisita cuando se es grande.
No sé cómo luzco, pero sé cómo me ven: BELLA.
Para una mujer que puede ser abuela, no está tan mal, verdad?